Buenas tardes mundo!!!
Cuando abrí este blog, su único fin era el publicar todo lo referente al proyecto de investigación que llevo a cabo en mi centro en cuanto a actuaciones, material elaborado, actividades, .... Pero esta tarde quiero hacer un paréntesis en mi trabajo para dedicar unas líneas a unas inquietudes que llevan rondando mi cabeza todo el fin de semana.
Desde el viernes estoy escuchando y leyendo multitud de comentarios relativos a lo ocurrido con la niña de Sevilla. Creo que es algo muy serio y de una vez por todas, deberíamos parar y reflexionar sobre qué estamos haciendo mal, pero en todos los ámbitos de la sociedad.
Como padres/madres somos el primer pilar y nuestro deber es educar a nuestros hijos e hijas a empatizar con los demás, a ser buenas personas en la vida, a ser solidarios y cooperativos pero sobre todo, que no pueden ir haciendo daño a los demás de manera gratuita.
Los centros docentes también tienen su responsabilidad ya que, pasan muchas horas con los niños y niñas a su cargo y cuando encuentran la más mínima sospecha de que puede estar ocurriendo algo, deben poner en marcha los protocolos establecidos.
No puedo opinar nada sobre el caso puesto que no tengo conocimiento expreso de lo ocurrido pero sí que puedo opinar sobre lo que estoy sintiendo que está ocurriendo en nuestra sociedad.
En los últimos años, a lo que verdaderamente se le da importancia en las educación es al número de alumnado que adquiere una serie de capacidades en las diferentes áreas, con unas altas valoraciones en las áreas instrumentales, que dan lugar a unos gráficos con unas cifras maravillosas pero sin saber, si esas bonitas cifras son a costa de un alumnado sin bienestar emocional.
Creo que ya es hora que los de arriba se pongan mano a la obra. Es urgente y necesario que en todos los centros se lleven a cabo desde la etapa de infantil, proyectos sobre las emociones y su regulación, y que en el currículum se detalle una carga horaria para ello.
Desde que llevo en práctica mi proyecto de investigación, he podido comprobar que el alumnado demanda ser escuchado, no solo oído, pero sobre todo que se le preste ayuda a problemas que tienen en sus casas y que, evidentemente, está repercutiendo en sus comportamientos y resultados académicos. Debe sentirse en un lugar seguro, que pertenece a un grupo en el que puede expresarse de manera libre pero sobre todo, sin miedo. No podemos escuchar a nuestro alumnado decir que se siente invisible tanto en su casa como en la escuela. No importa si ocurre un conflicto y tenemos que cambiar nuestra programación. La resolución de dicho conflicto es en sí un proceso de aprendizaje que repercute en los demás ya que, hemos comprobado que alumnado con malos rendimientos académicos poseen un mal bienestar emocional.
Es urgente poner en marcha actuaciones y herramientas encaminadas a que nuestro alumnado se sienta bien emocionalmente pero para poder conseguirlo de manera integral, es completamente necesaria la colaboración de la familia.
Si no remamos juntos en el mismo barco iremos siempre a la deriva...